Había una vez un niño llamado Javier que le encantaban los piratas. Un día, por la noche, vio desde la ventana de su habitación pasar una estrella fugaz y le pidió un deseo: estar en un barco de piratas. Al despertar ¡vio que estaba en un barco! Enseguida se le acercó el Capitán y le dijo:
- ¡Grumete a remar!
Aparecieron sus ayudantes Cornet y Jermy y le dijeron que tenían que llegar a la Isla Negra. De repente, un tornado rompió el barco y Javier agarrado a su remo apareció en tierra sin saber dónde estaba, pero... ¡alucinaba!, porque su sueño se estaba cumpliendo: siempre había deseado ser un pirata, surcar los mares, encontrar tesoros...
Cornet, Jermy y el Capitán le buscaron, pero ni rastro. Caminando sin parar, vieron huellas y las siguieron, pero el cansancio les venció y se quedaron dormidos. Javier aterrorizado y solo, también se durmió.
Cuando Cornet, Jermy y el Capitán se despertaron, vieron con la luz del sol, trozos del barco hechos pedazos. Lo arreglaron, pero ¡OH NO! ¡Faltaba una pieza del barco muy importante, era el timón! Cornet, Jermy y el Capitán, tristes y enfadados, pensaron que igual tenía el timón Javier.
Cuando Javier se despertó, estaba un poco desorientado y se sentía hambriento. En ese momento, pensó me tomaría una hamburguesa, pero ¡en que estaría pensando! Aquí o cazas o te aguantas.
- ¡AAAAAAAAH! ¡SERPIENTES!
-Niño,¿quieressssssssssssssssss essssssssssssssste timón?
- ¡Sí!
- Vale yo te lo daré, pero a cambio tienes que construirme un refugio.
- ¿Hecho?
- ¡Hecho!
En ese momento, llegaron Cornet, Jermy y el Capitán y Javier les contó el trato a éstos. Cuando la serpiente y Javier cumplieron la promesa Javier se despertó y es que, ¡todo había sido un sueño!
Javier solo deseaba que llegara la noche para volver a soñar.
Ángela Ochoa Yago
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