Había una vez una pequeña ciudad de España llamada Teruel, en la que reinaba la paz gracias una bruja, llamada Amaya.
Siempre hacía hechizos o pócimas para que la paz y la tranquilidad de sus habitantes, los bosques y animales fuera lo único importante en Teruel y toda la ciudad relucía de un blanco intenso y luminoso y por ello, sus habitantes estaban felices y contentos, pero, como todos los niños y niñas saben, siempre hay personas que envidian la felicidad de los demás y que los quieran mas que a ellos, así que, en este cuento hay una bruja que quiere destronar a Amaya y hacerse querer por los niños de Teruel, para que toda la ciudad y sus habitantes reluzcan de color rojo. Esta bruja se llamaba Perusina y le gustaba por las noches pintar la ciudad del color que mas le gustaba, el rojo y ¿creéis que lo conseguirá?
Muchos turolenses estaban muy preocupados porque querían tanto pero tanto taaaaaanto a Amaya que si la perdían se pondrían muy tristes.
Igual pensaba Amaya, les echaría mucho de menos así que habló con Perusina y le propuso un plan.
Harían un concurso de pócimas de colores. Si Amaya ganaba, toda la ciudad seguiría de color blanco reluciente y Petufina no pintaría más de color rojo la ciudad y, si ganaba Petufina, Amaya dejaría que pintara toda la ciudad de rojo.
Tenían que hacer la pócima de los colores y quien antes la prepare y se atreva a beberla y que por un día tenga el pelo de colores ganará.
El día de la competición, había una gran expectación entre los habitantes de Teruel, porque a algunos no les disgustaba tener una ciudad de rojo, pero sucedió que ambas brujas ¡EMPATARON!
¡Que casualidad! Lo volvieron a intentar y empataron, una y otra vez, así que, no sabían que hacer. Después de mucho pensar, Amaya y Petufina decidieron mezclar sus colores y “todo se volvió de color de rosa”.
Y así convivieron durante toda la vida, ya que los habitantes de Teruel estaban encantados con el nuevo color de su ciudad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario