jueves, 17 de enero de 2013

UNA ANÉCDOTA INOLVIDABLE


¡Hola, soy Ángela! os voy a contar una anécdota muy curiosa que me pasó hace unos días.
Iba, el martes pasado, caminando por la calle con mi madre por Playa de Aro sobre las seis y media. Se acercó hacia nosotras la señora que vende lotería con un señor mayor y nos preguntó que si le podíamos ayudar a este señor que se había perdido. El hombre comentó que vivía ahora con su hijo y que su casa se encontraba cerca del bar el Chiringuito. Mi madre reconoció el lugar y nos fuimos rápidamente a mi casa a por el coche para llevarle. Le recogimos y nos dirigimos hacia la carretera de Alcañiz. El señor era muy majo, enseguida se presentó y nos contó cosas de su pueblo.
Mientras circulábamos, mi madre le preguntaba al señor si le sonaba el barrio, los bares, pero él cada vez decía una cosa, que si nunca había estado allí, que si había una residencia de ancianos cerca de su casa, que si había una rotonda, que si había un árbol y al girar aparecía la casa de su hijo, que si había un parque... Total que mi madre se armó un lío y pensó, bueno como estamos cerca de mi trabajo le pediré el nombre y apellidos de su hijo y le llamamos mirando en la guía telefónica y eso hizo mi madre. La sorpresa fue que no estaba en la guía, así que llamamos al 091 y rápidamente vinieron dos policías muy amables y enseguida localizaron a su hijo.
Cuando nos despedimos, el señor muy agradecido quería pagarnos, pero mi madre le dijo que si le hubiese pasado a su padre, también le hubiese gustado que alguien le ayudase. En ese momento me miró a mí y me dijo, a ti te cogeré un pajarico y yo le respondí, casi mejor un pez.
Nos despedimos y quedamos que si nos veíamos por ahí nos tomaríamos un café.
Cuando llegamos a casa y miramos el reloj, no nos podíamos creer que eran las ¡ocho y cuarto! Bueno, lo importante fue que pudimos arreglar todo el tinglado armado y el señor se reunió con su familia.
ÁNGELA OCHOA YAGO

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